Al día siguiente tortura militar

Amanecía el domingo y mi perro estaba acurrucado en el suelo en posición fetal, al oírme moverme para mirarle enseguida se despertó y mirándome fijamente me dijo:
-Buenos días mi Diosa , que desea para desayunar?
Es un comienzo de día genial, le dije lo que me apetecía y raudo y veloz se levantó del suelo recogió su manta y fue directo a la cocina a preparar mi zumo de naranja y mango y unas tostadas.
Se enfundó en un mandil negro que colgaba de la parte trasera de la puerta de la cocina dejando expuesto su maravilloso cuerpo de gimnasio y ese blanquísimo culo que tanto placer me había dado la noche anterior después de la momificación.
Fui al balcón y me senté a desayunar tranquilamente mientras maquinaba un día genial con mi perro sevillano; que a todo esto hay que decir que cuando contactó conmigo una de sus fantasías era un secuestro con tortura militar para poder entregarse como es debido ya que en su vida vainilla era un hombre guapo y dominante, asi que no era capaz de entregarse a la primera ya que necesitaba que rompieran su mente para una entrega total.
En ese momento él estaba recogiendo la cocina y la habitación, en cuanto hube acabado tiré las sobras al suelo y le llamé para que desayunase. Fui generosa ya que aún quedándome zumo me apiadé de él y se lo tiré junto con las tostadas sobrantes para que fuera un poco más completo, pues lo que se me había ocurrido le iba a imposibilitar disfrutar de ningún tipo de nutriente, el día iba a ser muy duro para él y muy divertido para mi.
Terminó de desayunar y fregó el suelo del balcón, que menos después de un desayuno tan copioso y lo mandé a ducharse.
Mientras él se duchaba me puse mis botas de montaña , unos guantes de cuero duro y mojé una toalla de manos; fui a mi cajón de las delicias, allí guardo una colección de navajas de todo tipo desde caza menor a caza mayor, militares...etc etc.
La noche anterior había usado la de carbono y como no me gusta repetir cogí una de caza mayor para el despiece y desuello. Siempre las tengo afiladas y apunto por si es menester en una sesión. Me encanta el frío acero lo bien que combina con el calor de la piel humana.
Me acerqué a  la ducha de forma sigilosa abrí muy despacio la cortina y en ese momento me abalancé sobre mi presa golpeándola contra la pared poniéndole la toalla mojada en la cara y la navaja en el cuello.
Le dije que si no hacia lo que le decía la afilada hoja de mi juguete se incrustaría en su garganta como si fuera mantequilla.
Le costaba respirar con la toalla mojada apretando su cara, gemía de miedo y lo que le esperaba iba a ser mucho peor que ese encontronazo dentro de la ducha.
Llegamos a la habitación después de recorrer un pasillo de 15 m angosto y oscuro, allí le senté en una silla de despacho y sin quitarle la navaja del cuello le dije que metiera las manos dentro de las bridas que había en los reposa-brazos, conforme lo hizo , con la mano que yo tenía libre ajusté la brida de un tirón seco y después la otra. Solté la navaja xq sabia que ya no me haría falta pero el pobre tonto se levantó de la silla y con la toalla en la cara le solté un bofetón enrome que le hizo tambalearse y sentarse de nuevo. Gritaba angustiado y le di otro bofetón que llevó la silla al otro lado de la habitación con él encima y le dije q o bien se callaba o bien le rajaba la garganta como a un cerdo en día de matanza.
Le até los pies a las ruedas y los genitales al tubo bajo el asiento, por si tenia ganas de levantarse otra vez.
apagué la luz y le dije que se iba a podrir en ese zulo, cerré la puerta y me marché pasillo abajo hacia el salón.
Desde allí oía como sollozaba y se sobresaltaba a cada ruido, yo me puse a leer una novela muy interesante que me tenia muy enganchada.
Me preparé la comida y antes de comer entré sin hacer ruido en la habitación del pánico , como si de un fantasma se tratara me posicioné delante de él y le di un puñetazo en la boca del estomago y otro bofetón. Gritó y gritó entre dolor y miedo sólo preguntaba por qué, por qué le hacia eso, que qué quería .Me limité a irme de la habitación de forma tan sigilosa como había entrado y fui a comer tranquilamente.
Había pasado otra hora y entré de nuevo, esta vez le tiré agua por encima de la toalla mientras agarraba con fuerza  su pelo y le tiraba hacia atrás la cabeza para que el agua entrara bien en su nariz. Se ahogaba y cuanto más gritaba más agua le tiraba y más se ahogaba, tosía y se retorcía como una culebra. Mientras el agua corría por su cuerpo después de unos interminables minutos paré. Cuando se  restableció seguía preguntando por qué le estaba haciendo todo eso , que su familia era gente de dinero y que harían lo que fuera por él.
En ese momento mi voz resonó en la habitación y lo único que le dije es que recordase que nadie sabía que había venido a mi casa, ni siquiera su mejor amigo lo sabía, con lo cual, podía hacer lo que yo quisiera con él pues nadie sabría donde buscar y mucho menos a 750km de casa.
Se hizo el silencio y rompió a llorar y a suplicar por su vida, comenzó a moverse en la silla de un lado a otro intentando soltarse y con mi fusta le di en la cara sobre la toalla, siguió moviéndose y gritando, ordenando que le soltara y entonces harta de sus lloriqueos y su ataque de pánico decidí calmarlo; le solté un bofetón que se fue con la silla al suelo.
Ahí lo dejé llorando y preguntándose que había hecho él para merecer aquello, en ese momento me di la vuelta y le conteste:
- Serás mio, mi perro y jamás volverás a ver la luz ni a salir de estas 4 paredes.
Gritó y dijo que nunca sería mi perro que solo era un juego de fin de semana, que eso no era lo que él quería que solo había venido porque el sexo conmigo le había parecido que podría ser posible. Me di media vuelta y le dejé diciendo todas esas tonterías a él solo.
Ya era media tarde y el perro gritaba que necesitaba ir al baño, con lo que me levanté y le dije que podía mearse encima que no le iba a soltar, se volvió a poner nervioso y a intentar moverse pero esta vez con más cuidado porque la atadura de los huevos le tiraba bastante y tenia miedo a castrarse él solito.
Me fui a ver una película, oía como gritaba de rabia y con el paso de las horas como poco a poco tan solo lloraba.
Se estaba rompiendo su fortaleza, estaba agotado, dolorido, hambriento y con ganas de hacer sus necesidades, estaba solo y a oscuras y con cada rabieta le llovían palos de  todas partes , ese era el momento de conseguir mi objetivo.......doblarle como una hoja a merced del viento y conseguir la auténtica domesticación del macho alfa.
Entré en la habitación y le di de beber, estaba allí tirado en el suelo le quité la toalla de la cara y comenzó a llorar como llora un niño , estaba tan abatido que no podía más, en ese momento le pregunté quién era mi perro , quién sería mi esclavo y él respondió con los ojos llenos de lagrimas y la nariz llena de mocos que él sería mi esclavo para siempre que ya no podía más que no iba a huir que hiciera con él lo que quisiera.
Le solté las manos y los pies de la silla desaté los testículos y lo  puse a 4 patas en la cama, le azoté hasta que su culo sangró, y ni gritó ni se movió, estaba manso como un corderito en ese momento cogí mi arnés y sin mediar palabra lo monté a lo bestia mientras de vez en cuando algún bofetón se oía , apretaba los dientes contra la almohada mientras se agarraba a ella, le temblaban las piernas como a una principianta y cuando hube acabado con él me tire a la cama a su lado jadeando del placer que había sufrido sudorosa de haber cabalgado durante más de media hora a ritmo frenético.
Por fin la sesión había acabado con un orgasmo Divino, de órdago, increíble.
El pobre perro también se había corrido entre lagrimas y dolor, y tan solo preguntaba:
- Esta Ud bien mi Diosa de nácar? lo he hecho bien? ya soy su esclavo, suyo y solo suyo, es lo que quería verdad? merezco ser suyo verdad? lo he hecho lo mejor que he podido
-Calla perro y deja que descanse
-Sí ,Mi Diosa
Una vez hube recuperado el aliento, me levanté y fui al botiquín a por un poco de gasas y betadine, me dirijí a él que me miraba con carita de perro pachón abandonado y comencé a limpiar sus heridas, a cuidar y mimar a ese cachorrillo mientras lo abrazaba y acariciba. Ambas pieles sudadas en contacto directo mientras nuestras almas reposaban una sobre otra, mi cachorrillo se durmió en mi regazo y descanso para despertar como el esclavo sometido que desde un principio deseaba ser y nadie había conseguido sacar de dentro de su jaula interna.

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